Publicidad

 

UC - Críticas

Países: Argentina y España.
Año: 2013.
Duración: 84 min.
Género: Comedia dramática.

 

Dirección y guion: Victoria Galardi.

Producción: Victoria Galardi, Cristina Huete, Cindy Teperman y Nathalia Videla Peña.

Música: Niño Josele.

Fotografía: Julián Ledesma.

Montaje: Alejandro Brodersohn.

Distribuidora: Fernando Trueba P.C.

 

Estreno en España: 10 Enero 2014.

Calificación por edades: No recomendada para menores de 7 años.

Interpretación: Elena Anaya (Ana), Valeria Bertuccelli (Lucía), Fernán Mirás (Ricardo), Esteban Bigliardi (Eduardo), Esteban Lamothe, Abigail Cohen (Abi).

 

UNA FIESTA SIN AMIGOS NO ES UNA FIESTA

Victoria Galardi aborda un retrato de la familia moderna de clase media-alta cuyas ramificaciones de expanden inevitablemente tanto a amigos como a posesiones materiales. Bajo esta premisa, la directora argentina pretende poner en tala de juicio lo incuestionable de la amistad o lo irreparable del amor, con tan mala fortuna que el resultado es una película cuyo título, ‘Pensé que iba a haber fiesta’, no podía ser más descriptivo y asistimos a un anodino desarrollo de los acontecimientos en los que el esfuerzo por contener la tensión es tal que acaba por vaporizarse.




SINOPSIS: Ana (Elena Anaya) accede a cuidar de la casa y la hija de su mejor amiga (Valeria Bertuccelli) mientras ella se toma unos días de vacaciones con su nuevo novio. Sin embargo, la aparición del exmarido hará que surja entre ellos una inesperada pasión que le hará replantearse hasta dónde llega su fidelidad con su amiga.



Como si de una fiesta a la que no ha acudido nadie se tratara, la (ya tercera) película de Victoria Galardi se desinfla inevitablemente en el transcurso de unos acontecimientos que parecen quedarse a medio gas. ‘Pensé que iba a haber fiesta’ quiere poner en la picota conflictos tan poderosos como la traición en un contexto de aséptico materialismo, utilizando para ello un entramado de personajes sin capacidad de choque.



Asistimos así a la plantación de unos personajes que no acaban de florecer (y que incluso se diluyen en subtramas incongruentes) alrededor de un elemento alegórico (la piscina de la casa) cuyo abuso es tal que acaba por perder significado. De este modo, lo que podía haber sido un atisbo de brillantez metafórica viendo a Elena Anaya (aquí a años luz de vehementes papeles anteriores) dando tumbos al borde de la piscina como si no supiera si está dentro o fuera de una vida ajena, acaba por ahogarse en un injusto ensimismamiento que solo es capaz de salvar el personaje de Valeria Bertuccelli, quizá el menos agradecido, pero desde luego el más visceral.




UC (Manu Cabrera).

TRAILER